En el presente año 2022, 200.000 hectáreas forestales han ardido en España. El EFFIS (siglas en inglés) o Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales informo hace poco que, en algo más de 6 meses, las cifras más graves registradas en el pasado año 2012 fueron superadas llegando a las 222.000 hectáreas calcinadas a finales del mes de Julio de este año. Una parte importante de esos incendios, son provocados por pirómanos. En este artículo hare una radiografía del perfil del pirómano en España.
No hay tantos pirómanos como realmente se cree
Según los expertos, la piromanía se produce cuando existe “satisfacción y disfrute” por el incendio o el fuego por parte del individuo en cuestión. Los expertos también indican que, hay que distinguir entre “incendiarios”. Estas son personas que pueden simplemente encontrarse motivadas por trastornos médicos o venganzas personales y los auténticos pirómanos.
La piromanía fue oficialmente reconocida como trastorno mental en el llamado DSM-I o primer manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales. En la actualidad es considerado como uno de los denominados trastornos disruptivos del control y la conducta.
Las autoridades y expertos advierten, no obstante, que solo alrededor del 3% de los incendios son provocados por pirómanos. Estos sienten fascinación a prender fuego y las llamas, así como por los equipos de extinción que se utilizan para combatirlas. El resto de los incendios como ya he expuesto antes son por otros motivos.
Muchos de ellos se muestran indiferentes ante el fallecimiento de una persona por sus actos y otros incluso buscan tener relación con los equipos de extinción y cuerpos de bomberos, haciéndose voluntarios en muchos de los casos ya que sus problemas intelectuales provocan que no puedan acceder a estos equipos.
El perfil del pirómano en España
El perfil del pirómano en España suele ser el de un hombre soltero de entre unos 30 y 58 años. Suele tener empleos de escasa cualificación y en casi todos los casos residen cerca de donde prenden el fuego. En todos los casos se deduce que tienen escasas o nulas habilidades sociales.
La síntesis de los últimos estudios refleja que suelen tener estudios básicos o primarios y normalmente viven en entornos rurales. Sus incendios son evidentemente intencionados y carecen de motivación clara ya que se trata de un trastorno mental.
Dichos datos se concluyen de una investigación realizada entre los pasados años 2007 y 2009 e incluye una muestra de más de 500 incendios forestales en los que se averiguó cuáles eran sus autores.
En algunos casos el simple hecho de observar las posibles consecuencias de prender un fuego resulta placentero para el pirómano. En otros casos, el incendio de nuestros montes se produce por su necesidad de sentirse importante y dejar huella.
Además, los pirómanos no tienen como objetivo dañar a las personas de forma directa. Es decir que cualquier perjuicio derivado de sus actos es considerado por ellos un daño meramente colateral.
Factores de riesgo
Debido al difícil y complicado perfil que presentan, los pirómanos no tienen un tratamiento claro y efectivo. Según una investigación llevada a cabo en 2017, los factores de riesgo que han destacado en los escasos casos de piromanía son abusos sexuales a edades tempranas y disfunción familiar, así como discapacidad mental y algunos casos de abusos de sustancias.
Existen además, algunas evidencias que destacan en muchos casos crueldad hacia las personas y hacia los animales. Estos comportamientos se correlacionan con la severidad y la reincidencia de la conducta de los pirómanos.
Hay que tener en cuenta que, muy rara vez se atrapa al causante de un incendio. Según datos oficiales alrededor de un 18% de los casos. En el pasado año 2015 se introdujo una reforma en el Código Penal que incluía un endurecimiento de las penas para todo aquel que provoque un incendio forestal.
El artículo 351 del Código Penal establece que los pirómanos se enfrentan en la actualidad a penas que oscilan entre los 10 y los 20 años de prisión por provocar este tipo de incendios. Si no existe peligro para la vida o la integridad física de personas las penas oscilan entre 1 y 5 años de prisión.
No obstante, el Código Penal también contempla posibles casos de imprudencia. De esta forma, el artículo 358 establece que “el que por imprudencia grave provocare alguno de los delitos de incendio penados en las secciones anteriores, será castigado con la pena inferior en grado, a las respectivas previstas para cada supuesto”.
Capacidades Mentales y piromanía
Un estudio reciente en el que se analizaron los datos de ciento treinta y cinco hombres que contaban con alguna discapacidad intelectual y que tenían un nivel inferior a 75 de Coeficiente Intelectual, concluye que aquellos de estos individuos que tienen un mayor número de episodios de piromanía son los que a s u vez tienen un amplio historial de comportamientos hostiles y violentos, complementados además con otro tipo de psicopatías. Los trastornos de ansiedad y la depresión son rasgos que también se asocian a este tipo de personas que, lamentablemente no suele pedir ningún tipo de ayuda.
De forma paradójica, el pirómano suele ser de los primeros en dar aviso al vecindario de la existencia de un incendio, convirtiéndose en los primeros voluntarios en ayudar a sofocarlo.
No suelen conocer al dueño del terreno que incendian ni suelen mantener ningún tipo de vínculo con él. Normalmente actúa solo sin ningún tipo de cómplice y en el momento no es capaz de entender el daño que esta produciendo. (aún que si sabe que está cometiendo una ilegalidad).
Habitualmente se muestran nerviosos cuando son detenidos y un porcentaje muy elevado de ellos acaba declarándose responsable del incendio producido.
Aquí os dejo otro artículo en el que analizo la transformación de los incendios en España en los últimos años.