En nuestro país se han registrado más de medio millón de incendios forestales en los últimos 50 años. El cambio climático está transformando la forma de actuar y la intensidad de los incendios, que ya son de más intensidad y difícil extinción. Esta transformación de los incendios en España está comprometiendo duramente las economías rurales y la recuperación de nuestros bosques.
Los últimos incendios han producido la pérdida de 3 millones de hectáreas de bosque solamente en los últimos 15 años.
La utilidad de los incendios
El fuego es un elemento imprescindible, como el agua de lluvia o como el sol. Desde siempre el fuego ha sido el encargado de modelar el territorio, en definitiva, una especia de gestor de paisajes.
Desde el punto de vista de la ecología, el fuego tiene la misión de evitar que se acumule biomasa y necromasa, mineralizándola mediante la degradación térmica. Ha ejercido un efecto regulador mediante la transformación de la naturaleza, quemando y renovando la vegetación en el planeta.
Disminuir o intentar suprimir los incendios conlleva importantes problemas. Los recurrentes fuegos o incendios son uno de los mecanismos por el que la biomasa es reintroducida en el ciclo de la materia. Al aumentar el intervalo en el que se producen los incendios, la materia a transformar es considerablemente mayor, por lo que nos encontraremos ante incendios mucho más intensos y virulentos.
Los parámetros de intensidad y recurrencia se encuentran relacionados inversamente, lo que significa que uno aumenta con la disminución del otro. En resumen; cada vez que invertimos recursos en la extinción de incendios estamos apoyando un comportamiento mas extremo de los incendios puesto que disminuimos su frecuencia.
Cuanto más eficientes son los equipos de extinción de una zona o territorio, peor serán sus incendios en el futuro.
La transformación e los incendios en números y sus generaciones
Si observamos los números de los últimos años podemos observar una clara transformación de los incendios en España y una tendencia creciente hasta mediados de los años noventa. Desde este momento observamos los valores más altos de toda la serie hasta mediados de los años 2000, en este último periodo hay dos años 1995 y 2005 que se superan los 25.000 incendios anuales. A partir de ese momento el número de incendios decrece drásticamente hasta mantenerse en torno a los 10.000-15.000 al año.
En los últimos años los incendios forestales iguales o mayores de 100 hectareas quemadas han experimentado un cambio bastante importante. Tanto en lo referente al número de incendios forestales como a la superficie quemada.
Según marcan las estadísticas el noroeste peninsular es una de las zonas más afectadas por los grandes incendios en nuestro país.
Hasta hace poco tiempo, se tenían en cuenta cinco generaciones de incendios:
- Primera: la favorecida por el abandono rural
- Segunda: mayor rapidez de propagación
- Tercera: Una mayor intensidad
- Cuarta: Alcanza zonas urbanizadas del interior de zonas boscosas.
- Quinta: Coincidencia de varios fuegos muy intensos en una misma zona
En los últimos tiempos se vienen observando otro tipo de incendios mucho más difíciles de controlar. Son los denominados de sexta generación. Estos tienen una cantidad máxima de combustible y se encuentran en atmósferas altamente inestables y con altísimas temperaturas. Todo esto unido a que surgen en ecosistemas estresados provoca un tipo de incendios que permiten dominar la meteorología de la zona que los rodea, produciendo condiciones muy extremas tanto de propagación como de tempestad.
El comportamiento de los incendios de esta denominada, sexta generación provoca que se supere en muchos casos, la capacidad de extinción de los dispositivos contraincendios.
El aumento de las temperaturas y otros cambios
El aumento de las temperaturas junto con las sequías de los últimos años favorecen la propagación de incendios ampliamente. Estas transformaciones de los incendios está provocando en muchos casos deforestaciones, que a su vez están transformando la estructura de la vegetación para muchos años.
Los fuegos en bosques denominados de media montaña, que normalmente son de baja intensidad y sencillos de apagar, están ganando una intensidad que está en muchos casos superando nuestras capacidades de extinción.
Esto puede verse por ejemplo en que en nuestro país, el calendario de incendios se concentra en la prevención. Esta situación normalmente se aplica en verano pero, ante la ampliación de este por el aumento de las temperaturas esta quedando desfasado.
Al no existir una “temporalidad de incendios”, ha perdido todo el sentido, lo que provoca que sean necesarios muchos efectivos durante todo el año.
Los incendios producidos en Octubre en los últimos años, son una prueba de estos efectos y de la transformación de los incendios en nuestro país.
Los paisajes denominados cortafuegos
Pero ¿que es un paisaje cortafuegos? Un paisaje cortafuegos consiste en la transformación de un territorio para que sea menos inflamable y poder evitar el impacto de múltiples incendios forestales.
Según nos dicen las estadísticas, siempre arden las mismas zonas que normalmente vuelven a quemarse recurrentemente entre aproximadamente 10 y 20 años después. Esto se produce porque se juntan episodios de una meteorología muy extrema junto con el desencadenante principal, el paisaje.
No podemos olvidar que el paisaje en nuestro país es propenso a los incendios. El abandono de las zonas rurales sumado a la escasa gestión forestal y a las escasas medidas de autoprotección contra incendios en muchas viviendas situadas en estos paisajes provocan que se produzcan muchos incendios forestales todos los años.
El ataque directo a las llamas utilizado hasta ahora, se ha visto sustituido cada vez más por el empleo de ataques a distancia o indirectos, como el realizado con contrafuegos y quemas de. Actualmente los incendios grandes se han hecho demasiado frecuentes y sus efectos catastróficos. Las estrategias y tácticas de los primeros servicios de extinción han quedado anticuadas ante un enemigo antiguo, que ha evolucionado.
La experiencia, entendida estrictamente como años de servicio, ya no hace ganar la batalla contra el fuego ya que los incendios han cambiado. Hay que formarse y profesionalizarse.
El factor humano
Los estudios dicen nos indican que, hasta el 83 % de los incendios son provocados por causas humanas y negligencias en muchos de esos casos. La impunidad de las anteriores debe reducirse mediante la aplicación de una forma eficaz de las condenas y sanciones para crear un efecto disuasorio para los individuos culpables de estos incendios.
La figura del bombero forestal, antes pieza de infantería, se transforma ahora en un gestor del fuego y de su territorio. Su ámbito temporal ya no se reduce a los escuetos meses de verano sino que abarca todo el año. A sus habilidades de extinción debemos añadir ahora toda una cadena de conocimientos de distintas disciplinas como la gestión de combustibles mediante el uso del fuego (quemas, contrafuegos, quemas de ensanche, quemas de definición de perímetro,…), comprender el papel del fuego dentro de los ecosistemas, o conocer el comportamiento del fuego.
En conlcusión
Si tenemos en cuenta el aumento del número de grandes incendios y de la superficie quemada en los últimos años a pesar de las inversiones en extinción, debemos plantearnos una gestión de los incendios en un sentido más amplio que tenga en consideración los riesgos actuales y el futuro que les espera a estos fenómenos.
Si quereis ampliar información sobre medios de propagación y las consecuencias de un incendio de forma mas detallada podeis leer este artículo al respecto.